Conociendo...



Irónicamente odio esperar pero me gusta hacer esperar cuando usualmente llego tarde a algún lugar X, pero este no es el caso, no había hora de llegada, no hay hora de llegada, pero sí tiene que llegar, aunque nada diga que tiene que llegar.
La demora la sospecho por diferentes razones, una de ellas es que siempre hay cosas que se atraviesan en el camino, siempre, ya desde hace mucho tiempo aunque sea poco, todo se atraviesa en el camino y todo tiene más peso que la espera o las ganas que tenga yo de la llegada.
No me sorprenderá que de aquí a unos días, me termine enterando qué fue, porque no llegó, es lo mismo. Ciertas situaciones constantes se hacen comunes, tan comunes que no hace falta de que sean comunicadas, sólo basta con que sean imaginadas, son predecibles aunque no se sepa exactamente qué carajos pasó.
Sin contar el hecho claro de que la falta de tacto está de moda, sí, las situaciones trogloditas están a la orden del día, mejor aún que eso, no puedo decir nada porque no tengo derecho.
Me queda la sonrisa bonita y las palabras, por eso las amo, sin ellas estaría en el psiquiátrico hace muchos años, de repente siendo atendida por esos anteojos de pensamientos venenosos, una maquinita de conocimiento que no es capaz de comprender a los pacientes por más dementes que estén, que no es capaz de entender a nadie más que a un libro.

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