No sé cómo titularlo pero hay mucho afecto.

Estoy sentada añorando algunas lágrimas que no están dispuestas a negociar su salida, se me daría bien llevar conmigo a un pequeño félido sobre las rodillas.
Uno ni tan salvaje como mi desaparecido Amor, ni tan ingenuo como Pino, ambos perfectos y adorados, aún y siempre que es relativo.
Creo en el punto medio y ese punto medio lo lleva Maravilla, la gata que desde que llegó a casa puede ser el mejor ejemplo de caja de sorpresas en cuatro patas; qué inteligente, qué dulce y qué divina.
Quisiera que esté en mis rodillas, ahora, desplegando esas garritas tan delicadas apretando la carne despacito y ronroneando.
Puedo cantarle si desea, después de todo con esos tres he desafinado todo lo que he querido y siempre les ha gustado.
No sé por qué quiero negociar con las lágrimas.
Hoy amanecí bien, como todos los días, completita y de nada adolezco.
No sé bien, en qué parte del proceso me hallo, ni qué sea el proceso, es sólo una palabra que me vino.
Hay muchas cosas que me afectan, una de ellas saber que he perdido a dos de mis mejores amigos, ya hace mucho tiempo…
Nunca olvidaré que me astillé la palma de la mano por uno de ellos y que me he congelado mil veces por ver el atardecer en el tercer piso de siempre con el otro y a veces, todos juntos…simplemente, sé que lo volvería a hacer.




La noche estrellada, Vincent Van Gogh, 1889

...Almendrado


Lirios, Vincent van Gogh, 1889

Me he visto soñando despierta.
Tienes una lengua graciosa, pero me gusta más tu nariz y esos ojos, que considero yo, dos almendras.
Dos almendras malvadas, cerradas, envidiosas, ruines y despectivas, esos son tus ojos.
¿Lo sabías?
La última vez que tuve una excusa para abrazarte, fue una oportunidad; seria, profesional y rellena de comodidad.
Confieso que de vez en cuando iba más temprano a los horarios para verte, en silencio alguna vez me llovió la idea de mínimo participar contigo en algún proyecto.
No sé cómo funciona eso del universo, pero tarde y cuando había olvidado esa idea descabellada, volvió ese proyecto, volvió esa idea que se cristalizó.
Y también me confirmó la oportunidad, todos esos rumores de tu “egoísmo”, al que nunca presté atención pero que está ahí burlándose de todos, de mí y de ti también.
Pienso aprovecharlo, aprovecharme de ti, mientras haya tiempo, tú también lo haces ¿no?
Me sigues gustando después de todo, no estoy segura si con todo pero si después de.
Me brota este gusto…por eso me hallo mirando al vacío y sonriéndole al par de almendras que imaginé frente a mí.

Corta y bien vivida, sólo eso importa.

Vista de París frente a Meudon, Vincent Van Gogh, 1886

Me siento feliz, hace unos momentos tal vez me vino la pena, pero hay algo que es cierto, estoy pasando por un periodo de rabia, cólera, impotencia que es una de las mil partes de aceptar algunas cosas que no me gustan, que me duelen.
Pero después de todo, me pongo a pensar y realmente no guardo rencor, últimamente me pongo a filosofar sobre la vida y la gente y la vida y la gente, de nuevo.
Pero eso no importa, la vida sí, pero la gente no.
La vida es corta, muy pero muy corta, tiene momentos críticos y momentos estallantes de alegría.
Es tan corta que no importa mucho lo demás, nadie debe decir cómo uno debe vivirla o qué está bien o está mal.
Yo sé cuándo pasen estos momentos de furia, no habrá más pena, sólo vivir y dejar vivir, agradeciendo hasta lo malo que siempre termina siendo bueno.

Lámpara.

Hace un tiempo, me acompañaba una lámpara roja de luz blanca, que parpadeaba y parpadeaba.
La última vez que nos vimos, la última vez que nos vimos de tal vez siempre, la lámpara parpadeó tanto que murió y nos dejó en oscuridad, a merced de alguna luz tenue que tal vez vislumbraba tiempos venideros, opacos y oscuros.
Aunque esa noche se decantó por la oscuridad, esa noche mi corazón se ilusiono, rió y calló.
Esa lámpara ahora habita en la cocina, con luz amarilla, tiempo atrás tuvo la esperanza de volver a alumbrarnos a ambos, pero nunca volviste, me diste la espalda y no miraste atrás ni por un poquito de luz.
Caminaste y caminaste, te olvidaste de las viejas intenciones, buenos planes y esa lámpara se mudó a la cocina, donde ahora sólo alumbra a sartenes, ollas, condimentos y mil alimentos.
La lámpara ya no parpadea, ilumina callada y sin muchas ilusiones, se limita a hacer su trabajo, a conversar algunas noches con los pimientos de olor sin narices rojas.



Jarrón con flores, Vincent Van Gogh, 1887

Yo orgullosa mula, el resto de la cuasi reducida población; caballos asustadizos.


La Silla de Van Gogh, Vincent Van Gogh, 1889

Hace tiempo que no escribo, tampoco tengo ya mucho que escribir, últimamente todo lo que escribí se hundía en el pasado, uno que dista mucho de grandioso pero que es parte de mi vida, de la cual me siento orgullosa.
Es bonito tener veinte años y ver como pasa la vida, cómo se va y vienen nuevas experiencias.
Los finales así como dolorosos e incomprensibles son refrescantes y esperanzadores, a veces estas dos ultimas cualidades, entierran la cabeza bajo tierra y no podemos entender ni ver más allá de lo complicado y doloroso que es cambiar o sentir que alguien jaló la cadena del baño e ahí se iban todas las buenas mierdas que agradeciste y festejaste creyendo tal vez, ingenuamente que serían eternas o que al menos serían trascendentes como se pintaban.
¿Saben? La última entrada que también fue del pasado… me hizo recordar de nuevo de que no todo lo que brilla es oro, no todas las promesas dejan de ser promesas, ni las buenas intenciones se materializan en realidades.
No sé a estas alturas de mi vida, si es la gente la que me decepciona o es que yo espero y sigo siendo una crédula insufrible.
Me he equivocado…¡Tantas veces!
Y he tropezado con los mismo errores ¡Tantas otras!…
Siempre me gusta creer lo mejor de las personas, me gusta creer que las personas tienen el mismo valor que yo creo tener para afrontar las dificultades y retos.
Pero las personas, no son así, tienen valor propio único, pero no son así.
Me hacen recordar a los caballos… cuando se asustan; retroceden, se levantan en dos patas, te botan al piso y huyen.
Tienen miedo y también incapacidad de comprometerse con los retos.
Yo soy una persona que también tienen miedo, pero no me voy corriendo; me paralizo, tomo aire pero me arriesgo por todo lo que creo que en verdad vale la pena. Así sea descabellado, me entrego totalmente y aunque me lamente de hacer así algunas veces o casi siempre… me gusta ser así y tener la valentía de no retroceder, me siento orgullosa de ser terca como una mula *Se ríe*
Sí, terca, una cualidad que viene de mis progenitores.
Eso mi sexto sentido me dice que me hará grande o cavará mis desgracias, me inclino más por lo primero. Me gusta ser optimista conmigo y cuando vienen los momentos de depresión también los vivo intensamente, prueba de ello es este blog que tiene pasajes de mi vida que ni recuerdo o entiendo pero que han valido muchísimo.
Me siento muy dolida actualmente.
Pero lo estoy superando, me estoy superando y me sorprende, que ya no me duela tanto como me dolería antes, los años te reposan y sólo tengo veinte, lo que es más gracioso.
También me han ayudado a ser comprensiva, no juzgo ni me juzgo tanto, es bueno alejarse de las personas con fuerte crítica sobre sí mismos , a veces no es necesario alejarse, a veces esas personas optan por hacerlo solos y sin ayuda.
Y así como ellos se alejan solos y sin ayuda, yo también me levanto sola y sin ayuda.
Quienes me conocen saben que los quiero pero mis cuestiones personales son mías y las arreglo sola, lo que me hace sentirme bien, a este jodido mundo las personas vienen solas y se ven de la misma manera, con un montón de recuerdos y experiencia acumulada que se pierden en el largo sueño de la muerte hasta una próxima re encarnación o hasta nunca.
Entonces cada vez las bofetadas que me da la vida, me enseñan a ser fuerte, como un bonito Pino, que crece y crece y sigue creciendo.
No soy perfecta, soy muy irónica y a veces me ahogo en vasos de agua pero puedo afirmar que no hay nada mejor que vivir, dejar vivir y encontrar o ser encontrada por nuevas experiencias y personas que no sean ya como los caballos de siempre, prefiero mulas entregadas a una causa.

Moraleja enana de la gente y la mierda...(?)

Vincent Van Gogh

La gente enseña a desconfiar, es como si se les hubiera dado esa facultad para hacerme desconfiar a mí también.
La gente también ha aprendido a cambiarse unos por otros, como si fueran objetos, es inevitable que me siente usada, lo siento pero es como es.
La gente es la gente sin duda y quiera o no estoy expuesta a la gente que tiene sólo dos puntos expuestos más arriba y todos los puntos que de “la gente es la gente” en mi corazón.
Quisiera extenderme pero no hay pies ni cabeza para esto, sólo el sentimiento de ser una tonta completa por creer o haber creído en alguien cuando sabía de sobra lo que es la gente; una mierda.

Perdida bajo algún cielo.

Me quedé con la mirada perdida en el celeste del cielo, los cielos son muy celestes, los cielos que son el cielo seguro también te observan, a lo lejos se queda pensativo, cuando pierdes las llave antes de entrar a casa, haces una rabieta pequeña, casi muda y esperas que alguien salga, que alguien te dé una mano, una llave para ser más exactos.
No te imaginas que él te observa con ojos celestes, apuesta que tú puedes nadar y dormir entre sus copos de nubes, los copos que no se atreven a clausurarlo, cuando te dignas a subir la mirada y ver más que celeste y nubes.
Sigues perdiendo las llaves, supongo, pero mientras tú sólo ves un cielo o sospechas que hay varios que es uno, no imaginas que yo intento verte desde aquí y desde allá, que trato de escapar de lo que pierdes y olvidas e intento velarte el sueño.
No imaginas que cuando miro al cielo te trato de hallar en alguna nube.
Es culpa mía por querer ver siempre más allá, es mi culpa para que el peso no te agobie, para que no te asustes y pierdas las llaves bajo algún cielo Noruego o Español y me sea más difícil hallarte y reconocer que esas no eran tus llaves, ni eras tú.


Los descargadores de Arles, Vincent Van Gogh, 1888

Herida aburrida.


El Tejedor en el telar, Vincent Van Gogh, 1884

Desperté estresada, las nubes de tristeza han vuelto a rondar mi cabeza.
Hay algo que me da cólera, algo que me fastidia sobremanera, es como que yo no sintiera lo que putas pasa, te escurres y no te importa.
Tener que luchar e ignorar a gente hiriente para no quedar como estúpida frente a mí, frente a nadie...
¿Acaso piensas en como yo me siento? ¿Lo pensaste, siquiera?
Estoy aburrida.
No sólo aburrida, también herida.

Apoyada...

Tras la ventanita, era observada como una borrosa y tal vez horrorosa masa de carne, una más trasportándose hacia quién sabe dónde, una más.
Vi unos cuantos cientos de ojos, rasgados, grandes y pequeñitos, ninguno me prestó atención pero yo en algún momento a todos, porque es tedioso salir de un escenario improvisado lleno de risas a la calle violenta pero no más tantito.
Compartí a la atención también con una mente saltarina, sólo sé que no pareció pasar mucho desde que subí, me acomodé en ese asiento mugroso, cinco segundos me paré de ése para ir a sentarme a uno mejor pero igual de mugroso, no pareció pasar nada...y ya estaba cerca de casa, sólo sé que me sorprendí con la mano derecha apoyada en la mejilla, mi mejilla pensativa, perdiéndome en las luces anaranjadas de la ciudad, que son testigos de mi melancolía, aburrimiento y esta vez de esa sensación de me gusta infinito lo que hago pero también quiero que mi corazón se solucione, también quiero.



A la izquierda, grabado de Hiroshige representando El puente Ohashi y Atake bajo una lluvia repentina; a la derecha, copia de Van Gogh de este grabado japonés: Japonaiserie: Puente bajo la lluvia 1887

Fernandita (Fragmento en rosado y más stand by)



Viña Roja, Vincent Van Gogh

Fernandita miraba de reojo por la ventana cada tarde.

Qué bonita era esa sonrisita muy suya que aparecía y re aparecía en ese rostro de Helena de Troya de seis años, siempre mirando de reojo a Paulo jugando con Saulo en la acera.
Ambos rubios, tan suizos como algún Konrad y Mirko de alguna dimensión paralela, desenvueltos, jugando a la pesca pesca o a la esconde esconde, ella dependiendo de las ganas de ambos, de los juegos que reemplazaba por libros , de esas piernitas ajenas y los tres dependiendo del clima y su benevolencia.
Los rubicundos hermanitos no se daban cuenta, pero jugaban para el deleite de Fernandita, la pequeña que ellos nunca notaban pero que jugaba a ser cinco segundo Paulo y otros cinco Saulo, con tal de jugar.
Estaba enferma de mentiritas y miedos difundidos, así que sólo podía ver desde el marco de la ventana cómo era el mundo de los niños, ajenos a ella.

¿Continuará?...

...


La avenida de los Alyscamps, Vincent Van Gogh, 1888

No sé cómo terminé en entre líneas, cuando lo escribí tenía miedo natural, ahora tengo miedo fundamentado por la razón y lo inevitable.

Lo irónico de esa entrada y yo es que todo ha cambiado en días, por no decir meses vienen, meses van...entre esos yo dejé de existirte como era en un comienzo, sin contar que en el inicio de cada párrafo estaba el secreto que descubrimos para después nada y que no lo entiendas.

Con toda seguridad puedo decir que hoy no escribo bonito y como siempre mañana tampoco.

Espero simplemente estar en bikini a 1000 grados bajo cero, sí a mil grados bajo conjunto nulo, para que de un solo golpecito me deshaga y no exista porque el día de hoy francamente no quise existir, nadie quiso que exista y simplemente todos quisimos puntos suspensivos.

Deuda...

La nariz se enterró solita, le dolía el estómago, eso no era lo único.

Suele ser una experta huyendo de todo lo que no debe, una experta quedándose junto al sufrimiento.
Se quedó esa noche sin la compañera con asa pero con sabor amargo en la boca, puede sentir si quiere que toda la noche no fue justa, no sólo la noche sino que todo lo que inculcó sin querer se convirtió en la flecha que atravesó el talón.

Mientras lee, quisiera saber si debería comenzar desde ya a exprimirse limón en los ojos o embarrarse por el cuerpo la legaña de los perros…ella quiere saber si eso debe.

Tiene una deuda con la vida o al menos cree, entierra hasta el fondo el olfato entre la tela, los ácaros y la mierda, tragaría lo que sea con tal que fuera la medicina mágica para el dolor de estómago pero eso sólo sería endeudarse más con la vida.



Niña de rodilla delante de una cuna, Vincent Van Gogh, 1883

Torres de cabeza...


Dolor, Vincent Van Gogh, 1882

La odio desde que la vi, desde que te vi y antes, quiero que lo sepas, quiero lo que sepan porque no puedo contenerlo más. Se me comenzó a resbalar por los ojos y a escaparse por mis oídos antes de que saliera por la boca, por ahí sólo salieron pequeño gemidos lastimeros de ¡ay pobre de mí!.
Estoy decidida a odiarla, decidida a odiarte; ¿me escucharon?, ¿me escuchaste?

Me recorren ratones de pena, tristeza y envidia por todo el cuerpo con ayuda de todos los presentes ausentes… pueden burlarse, puedes burlarte pero he decidido odiarla, he decidido odiarte.

Mi regalo es una copita de bilis en honor al daño, un pedacito de hígado putrefacto, una rodajita de prostituta borracha, qué te haga provecho.

El rostro de un muerto...

Probablemente esté observando el rostro de un muerto, no tiene pinta de ser una broma, ni existe algún comentario que libere la tensión, si es el rostro de un muerto no sé de cual se trata, puede ser del grande o del pequeño… de cualquiera de los dos siempre será una pena, la dejé ahí tratando de ignorar el tema, desajustarme el brasiere como siempre a estas horas e introducir búhos a mis sueños.

El día de hoy desapareció de algún lugar por voluntad propia, siempre es alguno porque nadie entiende si realmente existe ese lugar y era sinceramente todo lo que quería decir, yo no quería que fuera así, ni encorvar la espalda, tampoco.

Autorretrato, Vincent Van Gogh, 1887

Ausentes...

Acequia, Vincent Van Gogh, 1872 - 73

Nada mejor que ir apiñados como sardinas, mejor aún, no poder escribir tranquila por el maravilloso grupo de mirones, son tres, que tengo a mi costado, no es que les deba interesar lo que yo escribo, pero es que a veces sus ojitos curiosos bajan hacia mi libreta de apuntes, mi mano trata de tapar algo, pero no es tan grande además no me puedo quitar la sensación incómoda de que me observan sin remedio.
Aprovecho que miran a un costado, uno de ellos por la ventana hacia quién sabe qué, dónde su mente se hallará, estoy segura que abandonó este bus hace rato, aprovecho eso y me dedico a garabatear rápidamente un bloque de palabras.

Voy a la Universidad, soy afortunada, después de tantos sueños cercanos ajenos que vi romperse, lo soy y me siento afortunada, cansada también, pero afortunada, tal vez este semestre deje de lado la dejadez, tal vez pueda interpretar el papel de alumna responsable, ese que hace mucho tiempo he rechazado. También en ello trato de no perderme, me gusta como soy, me gusto aunque a veces crea que no y que hay algo malo conmigo. Son muchos los paradigmas que tengo que hacer a un lado para lograr hacer todo lo que quiero, tras los lentes de sol me pregunto ¿a dónde mirara?.

Falta de tiempo corto.


Adecuarse al nuevo horario, a la nueva rutina es definitivamente adecuarse de la manera más complicada, mientras dormía estaba escribiendo algo en la mente, algo que obviamente no recuerdo pero que prometía ser un buen relato de algo.

Me desperté y lo olvidé, pero no es que importe mucho porque lo que sobran son ideas, lo que no sobra es tiempo.

Con todo, sobre todo y ante todo éste es igual un buen día.




Autorretrato con oreja vendada, Vincent Van Gogh

Llegué a casa y...

Mujer en el Café de Tambourin, Vincent Van Gogh, 1887

Llegué a casa y pensé en escribirle, a todo ello que quiero, a la memoria, a las fotografías que no son mías y son de él, de ese ser ajeno a mi cuerpo que se confundía entre el cigarro, la risa, el sueño, aburrimiento infinito…creo que podría muerto de autista en ese sillón, podría pero no lo hice.

Llegué a casa y quise escribirle, expresarle mil cosas pero cuando iba a hacer ello me amputé los dedos, no quise hacer caso a ese mi gran deseo por miedo, aunque cojo confianza en mí, se me complica porque mi independencia se ve comprometida con esos deseos y sentimientos…si supieras, creo que sabes pero ya no quieres darte cuenta.

Llegué a casa y me quedé sin palabras de mentiritas, muchas que se escondieron bajo las mangas y el bonito recuerdo de ese par de ojos de chocolate, par de parpados que nunca vi, que nunca besé.
Yo te quisiera decir muchas cosas o de repente ninguna y sólo apoyarme en el pecho de la distancia, teletransportarme, sentir que no me rechazas porque aunque digas lo contrario, yo lo siento.


La sonrisa cortita del ejercicio.

Ejercitarme es como volver a recordar el año que me encerré en un gimnasio, sí, pero esta vez en mi casa, ya quería usar el equipo que hice comprar a mis padres por comodidad y capricho.
Las mancuernas necesitaban ser usadas y yo necesitaba de ellas, el sudor me recorre la espalda junto a el estrés penoso, se ha desvanecido y puedo decir como todos los días que… hoy es un buen día, ¿Lo sienten en la sonrisa?, yo sí.



El Sembrador, Vincent Van Gogh, 1881

Bien por mí.

Una espada romana de 60 centímetros me comenzó a desgarrar.

Estoy triste, estoy cansada y sólo tengo confianza en mí para cortarme las penas, me tengo vulnerable pero soy más fuerte que eso.

Las pestañas me enjuagan las lágrimas, tengo algunas palabras en mente para consolarme, no voy a dar pena, no voy a recibirla de nadie, continuaré hasta el final junto a las personas que quieran compartir conmigo, junto a las personas que me guarden amistad, junto a las personas que sean capaces de aceptar mis debilidades.

La decadencia no me tocará, no me tocará más, si ahora soy todo lo que te disgusto, si ahora soy todo lo que detestas, detéstame porque cualquier cambio lo haré por mí, sólo por mí.


Melocotonero en Flor, Vincent Van Gogh, 1888

Gato enjaulado.


Jarro con doce girasoles, Vincent Van Gogh, 1888

Un viaje en la misma ciudad puede ser aterrador, ¿Un viaje a dónde?

Llevando conmigo un gato plomo de ojos azules, enjaulado en donde duerme mi cotorra, lo sacuden sus manos antes y parece que se asfixia, que va a morir. Después de todo es un pobre gato que nadie quiere, que acaba de ser rechazado y al que quiero proteger.

Me hallo corriendo por la ciudad y entrando por donde sólo Alicia puede entrar, por ahí y esas calles, alguien que dibuja con algún liquido X sobre la mesa, yo que ahorro los últimos centavos, el espíritu de amor me observa de lejos, no es él o es que el blanco y el negro se invirtieron mientras me buscaba, yo huía de miedo.

No quiere que lo olvide, no quiero olvidarlo porque esta noche no aparecerá, nunca más lo hará, ese gatito abortado quiere dejar huella mientras se descuelga el corazón de las manos, donde dejo huellas y el deja huellas, él y yo, yo y él.

"The sun goes up and the sun goes down
I drag myself into the town
All I do I want to do with you"

The Servant, Cells, 2004, The servant

Hoy


Tener que salir, que pagar, que hacer mil cosas… es necesario, como a veces es necesario pasar desapercibido o dormir con una grabación que te haga recordar lo maravilloso que eres si es que uno mismo no puede.
Quedarse con la misma mierda es por lo que a veces opto y optamos unos tantos, pero menos mal siempre me regalan un día más para rectificar y cargarme de buenos ánimos.
Hoy es un día maravilloso.



El Sembrador, Vincent Van Gogh, 1888

Bueno...


Bueno, bueno, bueno…
Anoche tuve insomnio, sí…en algún momento creí que algún delincuente o un ovni disfrazado de linterna me visitaba, alguien dijo que extrañaba mis groserías y derramó el encanto.
Pero sobre toda la incoherencia y dentro de ella hay una buena noticia y es, que hoy practiqué también, hoy practiqué para hacer algo mejor que muy bien. Realicé una historia con unicornios violetas y vampiros abrazables, esoúltimoesmentira, no hubieron unicornios ni vampiros pero sí mucha sensibilidad y yo también quiero hacer eso cuando sea grande.
No quiero desperdiciar mi vida, pero aunque tú ya no ames mis rebeldía, yo la sigo amando corazón.

Volvemos a las hormigas...



Huelo a cigarro y alcohol, dormí un segundo, tal vez una hora, pasé por donde estás porque ahí estás y me decepcioné terriblemente.
¿No les ha pasado que esperan de alguien algo y ese alguien hace todo lo contrario de ese algo?, mi error por esperar algo de alguien.
Sabes… extraño el sentir que éramos dos hormigas, dos hormigas que al fin se encontraron en medio de tanta basura, de tanta crítica, dos hormigas que se ayudan a crecer, que se hacen grandes…
Extraño esa camaradería que parece haber desaparecido, no te culpo por ambicionar, te culpo por dejarme varada en el camino, por olvidarte de algún pacto invisible que hicimos los dos en algún momento, yo lo sentía y cada vez que te hablo parece que eso tan especial desapareció, se lo llevó gente que consideras mejor que yo y eso me duele ¿lo sabías? ¿lo imaginabas siquiera?
Se me escurre una lágrima por la mejilla pero eso a ti poco te importa.

Por favor.


¿En qué condenado año tendré paz?

No sé porque todo suele ir bien un tiempo y después se hace mierda, en serio...

Este año no empezó con el pie derecho, sino todo lo contrario, mejoró y después de mi cumpleaños se hizo todo un lío, se formaron tanas y la paz atribuida a algo bueno, acabó...van a ser dos meses de ello, no puedo evitar sentir nostalgia, la sentí en el almuerzo mientras le sacaba el dedo medio al recuerdo con una pata de pollo semi devorada, esos consomes de pollo que detesto, pero tengo que comer.

Estoy estresada y peor con la paciencia e incertidumbre de estos días, por qué las cosas tienen que ser tan complicadas, por qué no puedo encerrarme en Mayo y no salir nunca, me hastía esta situación estúpida, me enoja y lamentablemente en momentos como éste, no se puede retroceder,no hay dónde...es como si, la carta número 16 de Marsella se sentara en mis piernas.

Yo aún, simplemente no quiero cerrar esa puerta, no me obligues, no...

Por favor.

Antes de la neblina...




Siento que el corazón no descansó lo suficiente, al menos esta mañana amaneció adolorido por la trasnochada tangible, la intangible… bueno, es algo de lo que ni se entera.
Algo inquieta me encontré de nuevo con dos personas a las que les falta unos cuantos días de sueño porque se acerca, se siente en el ambiente, color pálido y un golpe que late, es lo único que queda en la memoria, antes de la neblina.

Cuando tengo tiempo...




Estoy decidida, tuve bajones, me di tiempo para deprimirme en la oscuridad de mi habitación, tal vez sólo faltó la velita, la luz del celular, el sonido de la lluvia ¿Cómo será cuando tenga tiempo?
Estoy sentada en el medio, con telarañas en las rodillas, la mente se fue a pasear un ratito en lo que fue y lo que sería si ya no duermo de ese lado, en algún momento me temblaron las piernas, es un gran paso.
El estómago me gruñe, no tengo tiempo para atenderlo, no me molesta que las telarañas cuelguen de ese inútil cuadro de la Virgen en la que nunca he creído, la que rellena un pequeño espacio de la pared olvidada de mi habitación, esa a la que siempre doy la espalda.
No me interesan mis nudillos color algo…estoy pensando en mí, también “en”, dónde acaba “en” empieza un pellizquito de angustia, de buenos deseos, esperanzas que trepan la intensidad y se descuelgan, en música alegre que nunca escucharía sino hubiera decidido a hacer de éste, un día feliz, estoy cansada de estar triste, cansada de dar a manos llenas…

Gabardina ploma




El día de hoy anduve con el pecho congelado más de lo que quise, ayer también fue así.
Parece que trabajo pero no es ni fue así, es más mientras narro esto sin motivo alguno, se me viene la idea tonta de que de repente, podría estar fumando un cigarrillo a 100 pasos míos, con una gabardina ploma y sin cabello después de creer que lo correcto es incorrecto, sin la necesidad absurda de congelarme también, tres dedos de la mano derecha y uno de la izquierda.
Yo podría estar observándome desde el sombrero que cubre la mente de algún extraño paranoico, tal vez migrando donde se encuentra el verano quejándose del sol.
Quién sabe y sería mejor.

Viejo abrigo...




Escribo por instinto y también por el mismo dudo.
Mientras busco una nueva imagen, me hago la ciega tratando de borrar esta sensación que tengo, esa de haber sido cambiada como si esto se tratara de moda, me siento el viejo abrigo de un X.
Probablemente todo trate sobre alguna paranoia, estaría segura si el perfume se impregnara en el viento, no sucede, no soy ingenua o tal vez porque no lo soy, no puedo dormir.
Las últimas estocadas te las puede brindar algún rayo de sol que se transforma en lluvia y confunde las lágrimas con felicidad…aparece en las sombras y finge no estar…puede que sea yo también la que no estoy en mis cabales y sigo corriendo sin sentir nada porque todo se vuelve el gran basurero municipal, iluminado de viejas glorias.
No desconfío de mis buenos sentimientos, no desconfío del alegre rostro infantil…desconfío de mi capacidad para recordar nombres, de darle vida a las ganas que nunca se encuentran, desconfío en poder alcanzar el nivel, no es lo que se lee, sólo yo sé a qué gran mierda me refiero.
Tengo razones para sentirme ese viejo abrigo que hace compañía a otras prendas tímidas, no por decisión propia, a salir del ropero, mientras solucione ello ¿Cuánto me dolerá aceptar ciertas cosas?
No hay garantías más que la de rellenar las páginas en blanco, no quiero pensar.

Enfrente y atrás de la lápida.




Mientras fallecen mis vacaciones, se van lejos, junto al hambre que puedo o no sentir en estos momentos, entra luz tenue por mi ventana, el invierno se hace crudo y las nubes como pocas veces tapan al sol, lo convierten en el personaje secundario del día ¿Estamos en invierno o en verano?...
Siento alguna conexión con el pasado, volteo la cabeza y encuentro un pedacito de mi infancia, en ese pedacitos están las largas horas de distracción junto a la caja boba, sintonizando Cartoon Network, Nickelondeon o Discovery Channel, definitivamente los dibujos animados de mi niñez siempre serán mejores, siempre…sentada en la cama, comiendo aceitunas, tal vez no aceitunas, en ese entonces nunca me imaginé así, ni ahora, no tenía idea de que llegaría alguna edad, menos que los dibujos animados de esa época pasarían, que la diversión sana sería corrompida por el mundo y otros anhelos vendrían.
A veces es injusto que la niñez pasé sin consciencia de que todo ello no volverá jamás, por lo tanto deberíamos disfrutarla así como es, sin desear “ser grandes” aún.
No hay tíos abuelos que me llaman “ingrata” con sentido común, supongo que debe seguir saliendo a fumar un cigarro cada noche, en medio de su locura de repente se encuentra el almanaque con la mujer del traje de baño del 64 ¿Era del 64?...
Tampoco hay cocinas que huelen a apio, azúcar a la mantequilla, ni desayunos en la enorme mesa, en la mesa gigante donde una de las tías dementes guardaban envolturas de caramelo bajo el mantel, ni las estampas apoyadas a los centros de mesa, qué le habrá sucedido a la estampita del purgatorio que me daba tanto morbo sano mientra saboreaba la clásica sopa de pollo, ¿Qué le sucedió?
Tampoco sé del escritorio tan mono, el teléfono negro clásico pesado.
La araña de la sala ahora ilumina en una iglesia, está acostumbrada a verte penar y que varias de ellas hayan luchado por parecerse a ella.
Cuando nos quedábamos hablando o se quedaban, porque yo no escuchaba, miraba la ventana, la gente nos miraba hasta que oscurecía y a alguien se le ocurría prender la luz, cerrar las ventanas…siempre ahí pensaba ¿Qué sucede con las personas? ¿Dónde van? ¿Por qué no las vuelvo a ver?
Nada de eso queda…dos han muerto y uno murió cuando seguía vivo, el último queda en la caja mortuoria de un sueño ajeno…
En silencio pedí... en silencio mirando la lápida de un cocodrilo.
“Necesitaremos ayuda, de nuevo y siempre a ti que no te veo y que nunca veré”.
Después de todo, hoy ni esta nostalgia volverán...¿Qué diré en diez años más?
 
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