Perras, putas...retrograda.




No sé por qué a las mujeres (¡ups! Olvidé que soy una, mejor lo olvido hasta finalizar esto que escribo) les da tanto placer decirle putas a otras, “Puta, perra” con desparpajo y sin asco…¡Ah sí! Es que es una perra…
No sé por qué gozan al usar ese o esos términos como si fuera nada, denigrar a otra mujer y detestarla…tampoco diré que yo nunca lo he dicho, serían mentira porque sí lo he dicho alguna vez y mientras almuerzo un sándwich de aceituna me doy cuenta de que de niña era más objetiva en cuanto a ello, siempre decía y pensaba que decirle perra o puta a una mujer era terrible, más aún si lo decía una mujer a otra mujer.
Que los hombres le digan perra o puta a una mujer, es común pues no tienen sentido común y sentido de responsabilidad al tratar a una mujer que puede que sea madre, hermana o hija de alguien, es para ellos como si nada y se llenan la boca de mierda.
Pero de una mujer es aborrecible, no sé por qué siempre hay esa competencia estúpida entre mujeres como que el fin del mundo va a llegar en media hora y si no se consigue a un hombre en los próximos 20 segundos o minutos vas a morir como una triste “Solterona”, además del afán absurdo de algunas mujeres por quitarle el novio a otras.
Claro está también el hecho de que cuando a una persona le gusta alguien y quiere estar con esa persona es lógico que exista cierta rivalidad con quien se presente como rival, sin embargo el decirle puta a una mujer es como darle cabida al machismo que nunca llega a ser extirpado, las mujeres siempre hemos sido sojuzgadas y hemos luchado mucho para tener los pocos derechos que aún tenemos, aún con eso nos maltratamos unas a otras mientras los hombres gozan de ese odio para manejar la situación a su antojo, qué más querrá un tipo de esos al poder disfrutar el poder decirle puta a una mujer X, maltratarla y ser abalado por la sociedad entera, hasta mujeres y que nadie hable del poco criterio que tienen estos cuando se trata de ellos…
Porque un hombre si puede acostarse con mil mujeres y llamarles puta a la vez y ser respetado mientras que una mujer no puede hacer ello pero sí maltratarse entre ellas para después morir lapidadas bajo los dedos acusadores de la sociedad, ¡Diablos! Parece que siguiéramos viviendo antes de Cristo.

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