Balbuceos...




Puedo dar en serio, el espanto que probablemente se lleve encuentro, no es mi lío pero no quiero a espanto sino a comprensión, yo sé que nací con una pierna en la cabeza, que mis dedos son repelente, balbuceo cuando puedo, un capricho con pies de pescado en 7 centímetros y todas esas ideas que se saben y no son necesarias que las diga antes de la 30 con garabatos dantescos arrasando con las tarjetas, la seriedad absurda.
Dónde me sumerjo es amargo no por serlo realmente, sino por el color y las cucharitas de azúcar que le agregan y no decir que la tercera persona en singular se escapa de la responsabilidad pero lo hace todo, desde que eligió esos genes.
Voy a seguir pataleando hasta que no exista ya ese horario del 2007 detrás de la puerta.

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