Drama mutilado...




Con tres calmantes a base de Soja, diente de león, zen y no sé qué más siento sueño, hambre, calma aunque hace unos minutos los ojos se me volvían pelotas de golf y era tormenta, por mis venas corría vidrio molido, quería algo adictivo, caer, caer, caer, caer hasta no saber si hoy es Domingo o qué o todo.
Tan frágil, qué frágil, ¡Demonios!... ¿De dónde habré heredado tanta sensibilidad? ¿Dónde nacerá este cariño? ¿Acaso tú, luz amarilla con pecas arcoíris sabes?
Íbamos a morir en esta casa ahogados en lágrimas e incredulidad, verde y anaranjado, alcohol medicinal e inservible para la herida, esa que ya ahora está curada aplicándole palabras y cebollas, eran dos tajadas en cada ojo y un dedo rebanados, la almohada golpeada ¿Y sino cambio? ¿Y si dejo de ser yo? ¿Existe un yo con límites?
Quería gritar y también desaparecer, desaparecerte, borrarnos, borrarme y a ti, al caos, ser unicornio, jugar con luces de Neón y no volver, estaba deshecha en jaqueca, en sufrimiento auténtico, nos arranqué del mapamundi y lo arranqué a él de mi piel enojada , destrocé una imagen, pobre guitarrista, me comía las lágrimas deshidratadas.
Agachada con suspiros atravesados entre los dedos, miedo en los intestinos, fondo azul, cama verde, situación surrealista que quiere tomarte de los caballos debe ser, no quiero que seas y sí quiero pero no con ese precio y sí con todo lo que conlleve si es que si y sólo si, sólo así quiero que sea así.
Yo sólo quiero que los dedos no mutilados habiten en las mismas manos ajenas propias, que duerman en la misma cama y bajos las mismas sábanas que el viento y el esfuerzo se encarguen de tejer, que los naipes se vayan a la mierda, es difícil y placentero pensar lo que pienso.
Ya no vomitar caramelos acidos por el cabello, no aplastar arañas con furia placentera, que si me lleva no sea sólo a mí, qué pueda todo, ¡mierda! Todo, pan y cebolla, todo infinito.

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