Torres de cabeza...


Dolor, Vincent Van Gogh, 1882

La odio desde que la vi, desde que te vi y antes, quiero que lo sepas, quiero lo que sepan porque no puedo contenerlo más. Se me comenzó a resbalar por los ojos y a escaparse por mis oídos antes de que saliera por la boca, por ahí sólo salieron pequeño gemidos lastimeros de ¡ay pobre de mí!.
Estoy decidida a odiarla, decidida a odiarte; ¿me escucharon?, ¿me escuchaste?

Me recorren ratones de pena, tristeza y envidia por todo el cuerpo con ayuda de todos los presentes ausentes… pueden burlarse, puedes burlarte pero he decidido odiarla, he decidido odiarte.

Mi regalo es una copita de bilis en honor al daño, un pedacito de hígado putrefacto, una rodajita de prostituta borracha, qué te haga provecho.

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