Apoyada...

Tras la ventanita, era observada como una borrosa y tal vez horrorosa masa de carne, una más trasportándose hacia quién sabe dónde, una más.
Vi unos cuantos cientos de ojos, rasgados, grandes y pequeñitos, ninguno me prestó atención pero yo en algún momento a todos, porque es tedioso salir de un escenario improvisado lleno de risas a la calle violenta pero no más tantito.
Compartí a la atención también con una mente saltarina, sólo sé que no pareció pasar mucho desde que subí, me acomodé en ese asiento mugroso, cinco segundos me paré de ése para ir a sentarme a uno mejor pero igual de mugroso, no pareció pasar nada...y ya estaba cerca de casa, sólo sé que me sorprendí con la mano derecha apoyada en la mejilla, mi mejilla pensativa, perdiéndome en las luces anaranjadas de la ciudad, que son testigos de mi melancolía, aburrimiento y esta vez de esa sensación de me gusta infinito lo que hago pero también quiero que mi corazón se solucione, también quiero.



A la izquierda, grabado de Hiroshige representando El puente Ohashi y Atake bajo una lluvia repentina; a la derecha, copia de Van Gogh de este grabado japonés: Japonaiserie: Puente bajo la lluvia 1887

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