Pesadilla.




Anoche me vi caminando entre muerte, corriendo tal vez entre alguna de las calles que te vio nacer, encerrada en un mercadito artesanal con el miedo trancando las entradas y las personas gritándole al terror, armas por aquí, armas por allá detrás de una puerta observando todo y callando para no ser uno de los que se desangra en el piso, tuve miedo, mucho miedo.
Desperté y el buen humor se sentó en mis pupilas cuando estas recorrían letras agradables en las que tampoco hallé al que nació en las calles del infierno, porque fue un infierno y ya no apareciste como la noche del cielo incendiado, no, y te lo reprocho porque me moría de miedo y esa era tu ciudad, casa y gente, sólo te limitaste a estar en verde en el programa de mensajería instantánea antes de entrar a la ciudad.
No importó después de todo porque esas letras que no soy tuyas me acariciaron los ojos y alejaron el miedo sin embargo siempre queda esa sombra tuya, entre las letras, la distancia, los sueños, los días, lo ajeno y lo propio.
A veces dudo cuál es la verdadera pesadilla…
¿La ciudad o tu sombra?.

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