Marzo.

Comienzo una nueva entrada (de por sí la entrada ya me aburrió).

En la mañana (no tengo ganas de entrar a sentimentalismo hoy), hicimos una especie de feria gastronómica en el aula (prácticas). El evento estuvo interesante y me sentí todo un cerdo después de comer hasta casi, casi estallar. Hice un postre (hicimos en grupo es lo correcto) llamado arroz con leche, la sensación del verano repentino, imaginario, por un micro segundo, la última Coca – Cola helada del desierto. Al terminar fue lo más lindo, el salón de clases terminó mismo chiquero, sinceramente no sabias cual era el basurero (que por cierto rebalsaba) y el salón, creo que si hubiéramos tenido más clases después de esa, me metía en el basurero (estaba más limpio).

Sinceramente ese es un pequeño relato de nada, porque simplemente estoy con pocas ganas de comenzar con mi novela, de investigar aunque no haya mucho pero hay, y de pensar como cambiar el mamarracho que traté de escribir en papel en la tarde. Es como que ahora se hubieran invertido los papeles, quien vaya a mi segunda entrada notará algo y es que escribí como que la computadora me exprimiera el cerebro o algo así, ahora es lo contrario y es el papel el que me inspira poco a escribir algo, de repente sólo me faltaba acostumbrarme a escribir en computadora y por eso pensaba aquello, no ha pasado un año desde que empecé este proyecto, este blog y mi novela en el útero ni 3 meses, sin embargo ya han cambiado tantas cosas, que yo me sorprendo (en verdad que sí, sí, sí).

Por cierto escucho Deep Honey de Goldfrapp y puedo decir que me siento cambiada y también me puedo decir de que no mires para atrás.

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