Es hora de nada, como siempre...andaba haciendo una que otra estupidez y pensaba que los cerdos tampoco volarán esta vez porque cogieron una especie de fiebre violeta.
Entre reflejo y reflejo comenzaron a hablar los locutores de la radio, una radio que se llama lo que se llama y bueno, me puse a pensar de que no debía engañarme por sus voces orgásmicas (Una voz bonita en el idioma cereza).
La voz no va de acuerdo al físico, eso se me quedo desde los trece cuando después de ver en foto a mi locutor favorito de radio, yo que vagamente lo imagine un adonis terminó matándome del susto, no, no era el tipo más atractivo pero cualquier mujer al sentir su voz cerquita de la oreja estallará del gusto.
Escucharlos a todos con voces orgásmicas da ganas de arrancarles la voz y que me la presten un ratito, unos cinco minutos bien cojudos para que parezca más interesante de lo que se supone que soy.
Y esas ideas macabras de robarle la voz a cada locutor van acompañadas a algo bien simple, un bon bon. Lo incoherente y lo real se confunden a diario en mi vida, algo de dulce no me va mal mientras me tocan algo de Jazz en los tímpanos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario