Mil confidentes y una traviesa

Me distraigo viendo las fotos de una mujer sin el mínimo sentido del buen gusto del vestir, un polo de bonito color pero con los detalles de aquellos que usaría una prostituta, no te preocupes linda, ya te pago.

Y no, no soy agradable, más aún cuando hay una guerra invisible desatada entre ella y yo, una que yo no busqué y en la que ella viene sobrando y mientras me distraía la vulgaridad más que ella, me acorde de una estrellita que vi cierta tarde que ya era más noche…

Cuando veo a las estrellas me vienen recuerdos que no recuerdo, puede ser de mi reencarnación en la que ya deje de creer o talvez de una imaginación sin limites, un sonido estridente me acompaña y talvez la caída de Babilonia ocurrió cuando yo recién daba saltos en la tumba de algún Faraón.

Un cigarro, dos cigarros, tres cigarros, cuatro cigarros, cinco cigarros fumé alguna vez sentada en las gradas de mi casa que no es mía. Mirando al cielo hable con todas, en especial con la anaranjada color mil veces Fanta y les conté cada uno de esos sueños que se pierden y vuelven a nacer más tarde o en la mente de otra persona.

En esa tarde ella se asomó y me hizo feliz, feliz, feliz sin poder dormir.

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