Los compromisos me dan sueño.

Son vacaciones y el gusto de escribir dos pavadas al día crece (No lleguemos a tres). Insomnio, redbull y los cabellos enredados son un buen síntoma de que debimos decir y hacer lo que dijimos ayer. Y es que todo es típico, muy típico, lo voy a hacer y nunca la hice porque me olvide y la verdad no, no me dio la gana de hacerlo, no quiero hacerlo, no me da la gana, no quiero, no quiero (Te comprometiste).

Compromiso… ¿Por qué desde que crecemos tenemos que adquirir compromisos? No, no, mejor ¿Por qué yo tengo que adquirir compromisos? Hay tantas personas que lo pueden hace por mí. El gato puede, la mesa puede (Esas no son personas) y… ¿Quién quiere ser persona? Levantarse todos los días temprano, estudiar, trabajar, matarse toda la vida para tener un sueldo miserable que no alcanza a la semana ¿Quién quiere? (Salimos por la tangente y la cotangente).

Los compromisos son compromisos, porque uno quiere a veces, otras muy escasas te comprometen a. Te sientas, caminas, corres y crees que viste algo, te distraes con una mariposa negra, te olvidaste como todo lo que sueles olvidar por no querer hacer, llamándole un olvido, así nos sentimos mejor.

El día que no existan compromisos será el día que me comprometeré a hacer algo.

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