Mi numen es Dios mortal.




Ábreme la mente y cuéntame historias, cuéntame historias de ti. Esas que dicen quien se supone que eres, de donde vienes, cuantos años tienes y cómo eras de niño, ese niño que miraba un mundo de colores pecosos.
Cuéntame también dónde olvidaste el corazón y esos órganos donde se dice que se siente el amor. ¿Te has dado cuenta?...cuando crecemos nos reducimos a creer en el amor, dicen que se llama así. Sin embargo tú lo obviaste, olvidaste, nunca sentiste, toda esa X en mi imaginación por años.
Contigo comencé a creer en los dioses y cada palabra que me regalaste, entró y se quedó en la memoria, caminaron por mis recuerdos y me tentaron a seguirte al inframundo donde quedarnos mudos fue rutina. Hasta que un día te volviste Adán y me removiste el miedo y admiración por temor, amor, indecisión, locura y pasión.
Creo ahora que eres palabra y carne, el Dios conquistador de mi Diosa enérgica incoherente…mi Biblia de carne, mi libro hombre sagrado que vive con el corazón en la madre patria y el cuerpo muy lejos mío.
El único que puede robarme lágrimas y pensamientos un día entero…cuéntame cómo lo haces, cómo tan quieto, tan distante, puedes crear revuelo en mi corazón, hacer que amanezca, anochezca, cambie de estación en menos de segundo y a la vez mantenerme en proceso de parto noches enteras de palabras, pariendo palabras para ti.

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