El sol ya no me toca.

Esta entrada es mi salida del lugar donde estoy.
Hoy no es el día full amor para mi numen. Será tal vez porque de tanta melancolía amorosa debía salir a hablar pavadas menos románticas, más no sé.
Amanecí más temprano que ayer, una de la tarde ya no cuatro “gran cambio”, muy animada con Melendi de fondo tendiendo mi cama, después leyendo el tarot, de vez en cuando lo leo pero soy mala, por eso cuando me piden que les lea, les ando diciendo de que no lo tengo o lo dejé en la casa de alguien, a una de mis mejores amigas, Daniela, no le miento pues las veces que ella me pide, siempre o se me pierde el tarot o se me pierden las cartas, habitación y destino caprichoso.
Me bañé y me metí en Twitter a hacer nada más que crear frases patéticas. Hace poco vi las primeras 48 horas y pensé en lo fácil que es la vida cuando no tienes que investigar algún crimen y tomar un energizante casero de café con medio kilo de azúcar.

El hablar del tarot me hace recordar a un chico que conocí por Internet, tenía ascendencia Mexicana y Italiana, era tan bonito que parecía mujer, su nombre era Emmanuel, le gustaba el metal y la música japonesa, adoraba el Anime Gore y siempre que me veía me decía Gypsy, en ese entonces comencé a leer las cartas y a jugar al “reloj” con los naipes, yo tenía 16 años y ya olvidé cuántos años tenía él, éramos buenos conocidos, hace mucho le perdí el rastro, de repente está en Colombia, de repente en México o de repente y simplemente no está en ningún lado que yo pueda imaginar. En Internet las personas vienen, van, se pierden, vuelven y nunca vuelven.

Tal vez por esa razón es por la que siempre trato de mantener contacto con mi Numen, aunque sienta a veces que le incomoda, tal vez debo aprender a amar ya sin esperar nada y no a amar de mentira como todos creen que se ama, amar por amar y por el gusto rompe repara corazón, de sólo tenerlo ahí, de ser feliz con su presencia, olvido y ausencia, su única y perfecta presencia ausente anaranjada.