Me haces bien, me hace muda, me haces y deshaces.

Es la hora de dormir, la hora de cerrar los ojos y soñarte. Mientras me quito la chalina, ubico olor a vainilla, olor a cabello, olor a perfume, olor a orgullo, olor a día, olor a tarde amanecida, olor a todo menos a ti.
En la carpeta de archivos enviado hay un e-mail que te envié, hay varios…de esos que te enviaba cuando creía muchas cosas. Y aún ahora que ya han pasado meses y eso, no puedo pasar de la tercera línea. Escribía muchas incoherencias enamoradas…en estas horas de la madrugada, el debo dormir me presenta una salida a verte, amarte y callarme, a inventarme gustos por drogadictos petulantes y chicos que parecen mujeres. A ponerme celosa en secreto cuando me muestras las fotos de esa chica que estudia la misma profesión de una de mis amigas de colegio más queridas, esas fotos en las que aparece bien bonita y ¡Diablos autoestima! Te me pierdes sin haber aparecido nunca…
He pensado en mostrarle a todos los que te escribía y nunca escribiré más, pero no puedo, te escribí tontamente pero con sentimiento, al sentimiento vivo que nunca podré olvidar y aún te escribo, te escribo en noches como esta, en mañanas como aquella, en blogs enteramente dedicados a mi numen, a ti.
Escribo mucho y sin descanso para que todo esto no lo leas, porque parece que no lo haces y si lo haces nunca lo dices y si lo dices probablemente sea para tus adentros o simplemente lo ignoras para que yo no sienta que te quiero más con todos tus defectos y con todo lo que tienes y no, porque a mí cuando se trata de ti no me importa nada más que tú.
En horas ausentes como estás, cuando recuerdo que no te pude explicar de por qué te dije lo qué te dije, me siento estúpidamente triste, creo que he perdido la capacidad de ser directa, más por miedo a más rechazo que porque no pueda.
Sin embargo el encontrarnos en sueños, el oler tu ideado olor en mi almohada le da quietud a mi corazón entregado.