Domingo avaro de palabras.




Aquí nos sentimos al revés, pues mis cuadernos con letras andan perdidos en sin sentir.
Discuten y discuten mis deseos y mis ganas con las razones que da el recuerdo, son las emociones que se tragan para sí.
Momentos de excitación que duran segundos, trayendo el desconcierto de lienzo adornando la pared de las carnes podridas.
Un silencio mutuo, el miedo de incomodar al amor, el miedo de amar de más como se ama al horario no cumplido y a lo que leo sin leer.
Es una tarde de Domingo silenciosa que siempre apesta a avaricia de palabras y balcones entre abiertos, mi gata se pierde, mis gatos me olvidan.
Es cuando los amo y te extraño se ocultan es ahí, es el día, éste es.

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