La niña.



Arroz seco en el piso, la niña juega con la pintura, la luz parpadea...fuerte, débil, fuerte, débil...
Se mancha el codo con pintura verde mientras juega en el pasto, sonríe, mira al espejo, mira a la cámara, cabello manchado, tanas en el cabello.
Tatuaje en el cuello, mirada de conejo, el sol se levanta, las nubes se alejan sin embargo la niña no siente la aguja, la luz se apagó apagándose los sentidos.
Mentiras bañadas en óleo rosado fosforescente absurdo, se oculta y guiña el ojo, la niña gatea y hace berrinche mientras pisa el bastidor sin terminar.
La voz del padre demandante la obliga a continuar, tratando de encontrar una grieta en la pared de alguna orden pasada.
Papeles botados en el piso, las uñas negras manchando las sábanas, echada sobre una obra de arte sueña con caramelos de limón.
Flota sobre flora de pintura, la luz sigue parpadeando mientras traga poquito de óleo, niña de cabellos rubios dando la contra al grito del padre, gritos que le retumban en la poca comprensión.
No va a trapear el piso, no va a limpiar la suciedad, nadie quiere arreglar lo que desarregló, la mancha de oleo y trementina sobre la pierna de la niña, la mancha de oleo sobre una obra sin pintar.

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