Detrás de nada.

Después de mucho tiempo las aves vuelan sin necesidad de que tú estés en ello, el viento fluye, llena mis pulmones y no lo trajiste a mí, la música es de artistas, ninguno lleva tu nombre, no la compusiste para mí, la cama la desarregla mis piernas solitarias que caminan en sueños ya no te necesitan, la vida se desarrolla acelerada llevándose postes, personas, perros, loros, gatos…ni siquiera estuviste, las razones las comparto contigo sin que sepas, sin querer que lo entiendas, todo lo que te tenía que decir ya no te lo digo, se lo vocifero al mundo sin importar que te enteres o no, sonrío, son esas que me trotan el rostro ninguna te conoce, desde que me abandonaste sentado en tu escritorio con mil cosas que hacer, nada que decir, sin moverte a ningún lado…yo lo entendí a golpecitos, sé más de lo que crees, eres el responsable de eso, las llagas que me hiciste sin preguntar las curé yo con el tiempo y las noches de auxiliar, no brindaste alcohol ni consuelo, eso sí te encargaste de brindar botellitas de egoísmo cuando más necesitaba una gasa que proteja mis heridas tuyas de la intemperie.

La única pregunta que me dejaste ayer en la noche cuando te vi a escondidas, ahí en la cueva donde hiciste con lágrimas pinturas rupestres de mi tristeza, ahí dónde el corazón se aceleró y el grito de mi indignación revuelta en pena se convirtió en un muerto más del que no te encargaste, al que no enterraste, ni incineraste, ahí donde todo se descompone y no se cree posible, ahí me pregunté ¿Por qué quiero tanto a este bastardo?... Me quedé absorta mirando como tus ojos se desviaban, tus sonrisas se parían pesadas y eras tan vacuo, tan tonto, tan cruel, tan adjetivo calificativo negativo reiterativo que no encontré respuestas, creo que todas se escondieron debajo de la cama, apagué el ordenador, me fui a dormir, mi corazón se aceleró tal vez un poco sin embargo la cortesía de la última sonrisa de la noche también fue brindada por mí.

Escribo sin necesidad de escribirte a ti, quiero creer que es así.