Presta mañana.



Hay una comunión invisible y respetada, en el entreabrir los ojos a la vida de nuevo, mi almohada y tu recuerdo, un recuerdo de algo que nunca es ni fue, pero que la mañana se encarga de traer.
Trae a mí, el calor de unos brazos que no me abrazan, de una nariz que reposa en otra sábana, de vellos que no conocen mi piel...
Quisiera saber si te lleva la mañana esos recuerdos también, recuerdos míos que no sucedieron a tu cama, si se introducen a tu corazón, lo carcomen como los gusanos de la manzana, silenciosos llegan a tu inconsciente y alimentan a los náufragos del día anterior para convertirse en otros también.
Ahí tú y yo vivimos abrazados, compartiendo el pie izquierdo y la mano derecha, el ojo del cíclope y la oreja del sordo...
Quisiera saber, te quisiera saber si nos deberíamos vivir de esa manera o yo soy la única que te sabe y vive en distancia.

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