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Primavera en el Paseo Karl Johann, Edvard Munch, 1890

Escribir o volverme loca, son dos opciones, dos únicas, siempre lo fueron y siempre lo son.
De la manera más apoteótica para algunos, de la manera más cobarde para otros, me siento en cualquier lugarcito de mi casa, con un cigarro marca "no son los que fumo pero sí son con los que aprendí" y demasiadas cosas que decir, que narrar, más preocupada en escribir que en fumar, intento ser objetiva, ¿objetiva con qué y con quién?, este es mi blog, puedo escribir mil veces del mismo tema, de la misma persona, lo que quiero, mis constantes como son el miedo y otras tantas que se reducen a lo mismo, lo que me hace entonces tratar de ese objetiva conmigo misma, cambia de mano el cigarrillo y pienso en muchas cosas, pero sólo me provoca él, al que llamo Almendrado, eso es lo que puedo llamar un gusto obsesivo, o simplemente extrañarlo por extrañarlo. Hace mucho que he dejado de escribir con frecuencia, al menos aquí, hubo tal vez un tiempo para replantearme todo de nuevo, un tiempo en que un gran cariño que no se extingue y el respeto por alguien hizo que me frenara, pero menos mal todo pasó, volví y con grandes deseos de hablar de mis sentimientos, del nuevo él, de la "nueva" yo y con todo lo nuevo me siento igual de cagada en parte, porque no me va bien en el amor una vez más, me puede ir bien en todo pero siempre el amor me caga, aunque eso es idílico porque tampoco me va bien en otras cosas y tengo ganas de hablar hasta cansarme y cansar a los que están a mi alrededor, tantas ganas que nunca me sacio y en el intento siempre trato de sacar entre los conocidos su nombre, para enterarme tal vez un poquito de él, de quién era o qué es de él ahora que se halla de viaje o tal vez ya llegó.
Es horrible estar supeditada a una noticia, pero es más horrible estar supeditada a la vida de alguien por voluntad propia, por querer, por necesitar, por desear, qué asco, algunas actitudes mías me dan asco, ternura y amor a la vez.
Se apaga el cigarrillo y mi vieja y enfermiza costumbre me hace hurgar en la parte baja de la colilla sin que esté quemada, ahí donde busco una señal, una inicial, una J, una que tal vez crea mi imaginación o es que puede que sea la J o un garabato o la J de otro nombre que no es la de él y me confundo, pero quiero creer que sobre todo y ante todo es J, su J, una hermosa J, me tranquiliza verla ahí y pensar que es de él aunque pueda ser la J de uno de mis amigos que piensa en mí y el porqué no fui a la fiesta a la que hoy no fui o la J del muchacho que me dedicó una canción con mi mismo nombre para que me uniera a la página de sus amigos que tocan metal, pero no me interesa si es de ellos, puede que sea su perra J, no me interesa y los adoro por la amistad que hay pero no me interesa, sólo me interesa la J de Almendrado.
Boto la colilla pero sin mucho ánimo vuelvo a mi habitación, me hablan mil mierdas este Sábado a diferencia del anterior es totalmente aburrido, totalmente predecible, no puedo ver ninguna película on - line porque las páginas están saturadas, no puedo escuchar música porque mi música de Lunes a Viernes ya aburre, no quiero ordenar mi habitación porque sufro de flojera eterna, no puedo nada porque sí.
No hay razones válidas, sólo letras, hambre y desazón con esperanza, de qué o a qué, no sé pero ahí está, ahí estamos, ahí vamos.

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