De colegir...

El fin del mundo en unos naipes, en un juego, en cuatro palabras que me desaniman y cierran puertas. Ahí se encuentra en una noche de viernes, en una noche de cenizas, cortan la respiración aunque ya te daba por muerto, el árbol caído antes de ser sembrado, es el destino, los acontecimientos y una K que se lanza al vacío, de significado vacuo y complejo.
No quiero volver a lanzar una a una sobre la cama, no quiero formular la pregunta, no quiero recibir la respuesta negativa, estoy aburrida ¿no lo ven?
Sentadas están, a las justas respiro, escucho a medias, la garganta me duele, el clima es bipolar, mis grajeas de chocolate en dedos se desaniman, se pierden, trastornan a los sentidos, entre dálmatas todo es posible, la leche derramada, los recuerdos mordidos, las ilusiones deshechas, mi sendero abierto a respiro - paso - respiro, de nunca acabar, nunca.

Es de colegir que ya acabó, una vez más sin empezar, otra vez un gato herido.

The Dance of Life, Edvard Munch, 1899-1900

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