Salvaje, retrograda de nadie



Cada vez escribo menos.

Siempre he necesitado de motivaciones, de algún leitmotiv que me ayude a escribir o a continuar con lo que escribo, cuando carezco de ello no hay nada y es así como nunca se hace patria.

Este fin de semana he leído y visto programas culturales, las culturas de otras personas me llaman profundamente la atención, su historia, costumbres. Supongo que por todo lo anterior empecé a estudiar lo que estudio, irónicamente la cultura del país en el que vivo es lo que menos me llama la atención. Por todas las mezclas y razas que me corren por las venas, no me siento una ciudadana de mi país, no considero que esta ni los rastros de España sean mi patria.
Inkarri, Fernando de Szyszlo, 1968
De niña pensaba en España constantemente, pensaba en mis antepasados, ladrones y saqueadores de otras culturas, pensaba en ellos con profundo cariño, con el tiempo me di cuenta de que simplemente son extraños que tampoco pertenecían allá, tal vez alguna pizca de sus corazones aún recordaba el pecho helado de la madre patria que los empujó junto a su avidez a buscar riquezas en el nuevo mundo, no sé quienes eran, sé que hay escudos de cada casa, sé que mis apellidos pertenecen allá y mis facciones tienen un poco de ellos pero se inclinan más a los Suizos, Alemanes e Ingleses que me regaló tal vez el bisabuelo Chileno, no tengo más rastro que esos datos y unos cuantos más que son míos y se quedan para mí, con el tiempo, pienso que tal vez podré descubrir quienes eran y qué hacían, tal vez pueda rearmar el árbol genealógico de mis antepasados que tanto llama mi atención y de el que tengo poco datos, pero cuando me veo parada en esta tierra por la que siento cariño sé que aunque descubra lo que descubra nunca cambiaré mis costumbres ni eso que me hace ser de aquí.
Pero tampoco podré conciliarme con los nativos de por aquí. Entrar en detalles es complejo, hay mucho odio que se nos inculca desde niños, hay mucho racismo de ambas partes y hay más partes, más razas que nos ven y vemos con recelo, hay una mayoría, la de alguna, sin embargo estamos juntos pero no revueltos, claro hay quienes botan abajo los prejuicios de antaño para revolverse y hacer al nuevo ciudadano que vemos caminando por la calle, un nuevo ciudadano con un poco de todo, hasta yo tengo un poco de todo y de nada. La cultura en cierta forma, muy remota, nos une pero a veces ni eso, no concibo ni la ignorancia, el chabacanismo, ni el engaño, irónicamente eso lo trajeron mis antepasados, contaminando a la raza de los poderosos Incas, con enfermedades, ignorancia y engaños. 
Sin embargo y aunque diga lo contrario a veces creo que todos sin excepción estamos revueltos o sin revolvernos, ya qué importa, en el mismo saco, somos un país y un continente sin identidad, llenos de riquezas e influencias de otros pueblos desde la prehistoria hasta que estudios más avanzados prueben la existencia de un hombre propio del continente Americano, mientras tanto hasta los nativos, aunque no lo tomen en cuenta, los descendientes de Europeos que somos más peruanos que la papa y más latinoamericanos que la misma tierra pero que aún así somos extranjeros en nuestra tierra, esto que llamamos nuestro o nuestra, no es de nadie, de repente estamos todos en calidad de viles intrusos tratando de domesticar a un continente salvaje, en el que sólo algunos animales que desaparecieron o evolucionaron, plantas y la misma tierra es dueña.

Probablemente estas cavilaciones sólo quieran consolarme y hacerme sentir que todos pertenecemos a ningún lado, aunque yo muy en el fondo sepa cuál es mi lugar y a dónde pertenezco aún y sin identidad, lo que puede ser más irónico aún, pero es.

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