Maldito sea

Esta noche no puedo dormir. Quedé inquieta, yo...necesitaba hablarle a su sombra, al vacío que dejó, a la única verdad que halla mi corazón, a las lágrimas que no dejé salir...a todo eso, yo necesito ¿me entiende?

Pensé en buscarle, en escribirle, en comunicarme con vuestra merced, pero conté hasta diez y todo mejoró o al menos quiero pensar que fue así, quise dormir pero no pude, en mis manos acaricie un rosario y no apaciguó la inquietud por algo desconocido, puede que sea el tiempo que se escurre por todos los huecos de la frágil y estúpida habitación... tomé una pastilla para dormir, una de esas naturales que no son adictivas, españolas tratando de recuperar el sueño, prendí la lap top, la pobre y me puse a escuchar el lago de los cisnes de Tchaikovsky.

Ahora puedo decirle que extraño comentar todo con su ausente presencia, puedo decir también que eso se lo dije pero fueron oídos sordos a mis suplicas los que escucharon mi pesar...entre las pesadillas de mis padres puedo decir que me vino el llanto y que vuestra merced nunca pero nunca lo sabrá, gracias al cielo, gracias a Dios o a todos, nunca más. Pero aún agradeciendo, esta pena, la pequeña esperanza de que vuelva, de que aparezca, sigue. En algún momento superaré lo acontecido, mientras tanto qué pena que en el insomnio, en la desesperación no encuentre una palabra de consuelo, es una lástima...yo me siento tan sola, aún no me acostumbro a mí ni a su ausencia por eso maldito sea.

Camino a Mendieta, Fernando de Szyszlo, 2000



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