Me quise aventurar sobre algún audio, pero preferí dormir y no dejar la ficción.
Todos los días la lluvia canta fuera de mis ventanas, una serenata de verano.
No me hallo, sólo cae el sueño, está pisoteando los parpados y al hacerlo las hojas desaparecen para siempre, en unas horas termina el plazo de lo efímero que me sobrepasa y a lontananza vigilo las posibles entradas con una ligera esperanza, aunque ahí acaba, pornográfica, sin ceguera.
Se escupen entre ellas, me escupen, yo les escupo, así acaba.
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