Mujeres del siglo XXI atrapadas en el meandro del machismo

Uno de esos tantos días que pasan y no regresan ni por el vuelto, sentada en la habitación viendo una de las dos telenovelas que a ella tanto le gusta, una mejicana la otra brasilera, para ser exacta viendo la mejicana vi algo que me disgusto y me hizo salir, alejarme de aquí y de mi cuerpo, viajar a través del tiempo hasta los tristes inicios de una mujer, una que a la que supongo aún no le llegan las canas, de escasos recursos, sentada en la cocina, pelando tal vez una cuantas papas para la merienda de ese día, encargándose de amamantar al niño y siendo sometida a golpes brutales cuando el marido llega borracho, tan borracho que en lugar de patearle en el vientre le patea en la cabeza, ella silenciosa se resigna.
Aparece otra mujer, una muy bella y adinerada, golpeada verbalmente, un hermoso reloj de pared que no da la hora, que no da a nadie ni a nada, calladita, sumisa, dedicada a sí misma y a mostrar la mejor sonrisa cuando se le dice que sonría.
Vuelvo inmediatamente en el momento preciso, a ese día y escucho con los ojos cerrados, veo con las orejas destapadas - Si te digo que te pares, te paras, si te digo que te sientes, te sientas, escúchame bien, yo me casé contigo para que te veas linda y sonrías, nada más.
Anoche paseando por los pobre canales de televisión nacional, encontré a eso de la una de la madrugada una telenovela mejicana con la misma tónica, sólo que ahora otro hombre decía - Es que las mujeres y los hombres tenemos diferentes metas, ustedes sólo piensan en casarse, en cambio nosotros los hombre queremos vivir, ya sabes vivir la vida, buscar un buen trabajo, conocer el mundo...

¿Qué somos las mujeres para esta sociedad machista?, me pregunto y no doy respuesta, la telenovela mejicana que le gusta a mi abuela es de inicios de este siglo que aún anda en pañales, la de anoche se notaba al tiro que era actual y al remontarme al pasado, las mujeres que se quedan en la casa, mismo adorno, otras llevando el peso de una familia y un matrimonio masoquista añadido a ambos casos.
Al parecer no hemos avanzado mucho, hemos avanzado nada, parece que fuéramos una masa de carne apetecible y a la vez despreciable, comparadas con un saco de boxeo y hechas para saciar los deseos de un  "macho" que toma todo a las buenas o a las malas, sea aquí, en la China o Estados Unidos, claro algunas sociedades se toman en serio las leyes en cuanto a protección de la mujer, claro usualmente en los países de primer mundo y claro la mujer latinoamericana está más asociada con este machismo insoportable. Mujeres insoportables que avalan comportamientos que no cambian desde siglos y siglos ¿Somos un maldito adorno de pared? ¿Qué somos?
Toda  esta algazara de que hemos alcanzado el voto y uno que otro beneficio, qué es en verdad, podemos votar pero seguimos con pensamientos retrogradas que veo repetirse y enseñarse de generación en generación como quien no quiere la cosa.
Yo siempre me quedaba sorprendida dada mi condición de hija única al ir a casas de amiguitas con hermanitos varones, ellas en la cocina, sirviendo los alimentos, poniendo la mesa mientras los hermanitos sentados al lado mío haciendo de espectadores rutinarios de una misma acción inconsciente, yo ahí en medio de éso, menos mal desempeñando el rol de invitada sino los más probable es que me enviarían a fregar platos.
Por mera casualidad ahora a los veinte años, escuchando hablar a los hombres y siendo hasta victima de éstos y sus ideas, me doy cuenta de cuál es el papel de la mujer en esta sociedad nauseabunda, expreso a la vez con gusto de poder demostrar lo asqueada y decepcionada que me encuentro de que mujeres como yo sigan aguantando ese dolor de espalda que viene cargado de siglos sobre nuestras espaldas y que no tengan la suficiente fuerza para dejar atrás esas grabaciones, que a veces yo tampoco pueda con esta condición, que tomemos en esta obra de teatro social el papel de adornos bellos, sin cerebro, ni sentimientos...que nuestras aspiraciones sean supuestas, que en pleno siglo sigamos siendo testigos de atropellos y que algunas en su inconsciencia apoyen esta injusticia que nos ganamos sólo por ser mujeres.

Menos mal mi mamá me enseñó que la única libertad de la mujer es el dinero propio, menos mal mi papá se deshizo ante mi persona antes de ser un machista insoportable.

Nude by Wicker Chair, Edvard Munch, 1929

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