Vogel

Me siento tan incomprendida como María Antonieta de Austria.

Voy paso a paso y la palabra suave, dulce e hiriente sin querer me sigue hasta aquí, ha disminuido mi animo al encontrarme con un no sé si interés perdido pero sí extraño para estas horas.

Estas estaciones en las que queda la vaga esperanza, el latido no es tan fuerte pero mi corazón late con un entusiasmo pausado y seguro, ya no es el galopante caballo ansioso por una palabra, pero aún mis ojos se bañan de lágrimas por sólo un saludo que esperé con tantas ansias, perdido, viene a mí, ahora de manera peculiar, bien recibido pero que me da una mezcla de sentimientos absurdos desparramados en la mano, pero ya no tanto.

Todo lo que creí eterno, sigue siendo eterno pero dolorosamente cambiado y es que el concepto de la eternidad cambia desde el momento en que pisamos el sol y besamos sus llamas. Sin embargo unas lágrimas quieren desbarrancarse de mis ojos y dejar huellas de rimel por mis mejillas.

Veo sus fotos y me ilusiono pero tengo un video tuyo que se repite y se repite en mi mente algo perdida, estoy muy dolida, puedes más qué las fotos…no puedo decir nada ya nada, sólo simular que te abrazo y morderme el nudo de la garganta desgarrada esperando algún día alcanzar a tu sonrisa.

Vuelves pero no estás, no estoy, que nos corten las cabezas, te quiero…alcanzar.

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