Si pongo riso no es a cabello.
El corazón se me hace tanas cuando aparece la sedosa sonrisa del riso mal redactado porque qué vergüenza con usted que no sabe quién es y yo tampoco, debe saber que su sonrisa fotogénica e ignorante hace que mis labios se junten amistosamente y manden de cabeza a los arco iris de ningún cielo, excepto, tal vez, al de mi pupila que fue gris en el vientre.
Sueño.
Young Man and Prostitute, Edvard Munch, 1893 |
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