Luto.


First Steps (after Millet), Vincent Van Gogh, 1890

Lo beneficioso o no, es que parte de nuestro pasado va siendo manoseado por el tiempo, uno trata de rescatar ciertas cosas, porque fue bonito, conmovedor, distinto, extinto en hechos, sencillamente no volverá y mientras más se intenta, más se quiere, más se antoja hacerlo, salvarlo, más manoseamos los recuerdos, más la embarramos, más los cambiamos, contribuimos con el tiempo y sus huella digitales.

En estos últimos días, para ser exacta, desde ayer, me ha visitado la nostalgia sobre un momento, un tiempo y un personaje que ya no se vislumbra en mi presente, tal vez no lloré lo suficiente su partida, no al más allá pero sí fuera de mi vida, puede que también sea el estrés de tantos problemas y pocas soluciones o ese sentimiento claustrofóbico de quedarme encerrada después de mucho tiempo, en la misma ciudad asquerosa amada, donde en el fondo se asientan los recuerdos de nadie, recuerdos muy ajenos que se dan en dos lugares a la vez.

Me gustaría decir: "Ha pasado mucho tiempo"...
Pero es relativo, no ha pasado ni mucho, ni poco, solamente ha pasado.
 Lágrimas contadas, lamentos contados, excusas perfectas, causticidad encerrada, sonrisas fingidas en soledad mutua, adormecidos por los lugares, las calles, los meses, las horas, las personas, los proyectos, el día a día, he continuado, has continuado.
La vida es continua y callada se va alejando de los momentos, de toda la nostalgia ya no hay nada de lo que me arrepienta, lo di todo dentro de lo que pude, desde los más dulces deseos, la sonrisa más cálida y sabrosa, hasta malos pensamientos, cólera y lágrimas contenidas.
He vivido en mi ley, vivo en mi ley, dar todo lo que se pueda mientras se pueda, cerrar el telón y no arrepentirse de nada, más que arrepentirme, estoy de luto, lo debía para continuar, ya, y sin mirar atrás.

Fementido azucarado recuerdo.


Paysage avec une maison et un laboureur, Vincent Van Gogh, 1889

Lentamente van tropezando, el veneno va haciendo efecto, algunos bajo la mesa de la cocina, otros bajo las sillas del comedor despidieron el último vaho hace unas horas, tal vez dos ¿Quién le pregunta a la muerte? ¿Quién se despide de la vida? ¿Quién despega los cuerpos del suelo?
Inocentes, asquerosos, vacíos, caminan por ahí sin entender, sin darse cuenta, por ahora, de las causas, algún fementido preparado de azúcar ayudó al veneno a ingresar en los cuerpos, así como el falso panorama se dibujaba en sus palabras, así como las lisonjas cortaron con fina y despreocupada causticidad el deseo de continuar con la duermevela de la vida, así ellos le dieron la bienvenida a la muerte.
El rigus mortis se apoderó de sus cuerpecitos, pequeñitos, algún chillido en medio del día ahora de su noche, se escapó, el dolor hizo suyo, la sangre se les colaba, los ojitos negros se salpicaban en recuerdos, tal vez en el momento en que comenzaron a ver el mundo, también se les coló la esperanza, mía, prendí un cigarro y lloré por ellos, por mí, por nosotros, las lágrimas se me comenzaron a congelar en el rostro, maldito fementido azucarado.
Ellos se encuentran ya en el basurero de la cocina y yo en el de los recuerdos.

Tengo miedo...


The Red Vineyard, Vincent Van Gogh, 1888

Y en cierta forma, el miedo está latente. 
Un miedo incontrolable y profundo al futuro, qué pasará, qué será, a que las cosas vayan mal, al rechazo, es irónico, porque viéndome caminar por la calle esas dudas no despertarían.
Despertaron en mis sueños y fue una pesadilla, me dejó un sabor amargo en la boca, esta noche que se fue me dejó la sensación de no haber dormido nada, una vez más.
Tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo.

El eco de una voz me hace entrar en razón..."No pienses en lo que no quieres que pase, piensa en lo que quieres, en éso".

Fracturas...


Irises (Pink/gree), Vincent Van Gogh, 1890

El día inicia tarde y con problemas, me gustaría causar menos problemas...
En época de exámenes, mañana el primero de tres frente a un curso de carrera, se presenta la duda de si es que debo o no, me siento poco identificada con la carrera elegida, ya desde hace unos meses frente al estrado, escuchando a los ponentes y a la poca pasión que siento, pensé en abandonarla pero no.
Es la única arma que tengo para un futuro incierto, un arma que deja de ser idílica pero esperemos que no sea defectuosa.
Desde que salí de la escuela tuve que postergar los grandes sueños de actriz, sí, esos de irme a estudiar a la RADA de Londres o a la Pace University y de repente de aquí en unos años aparecer primero entre el público de The actors Studio y preguntar al actor frente mío -Señor De Niro, señor periquito de los palotes, señor cómo se llame, mi nombres es Andrea Cherry, quién sabe porqué el Cherry, que es mi nombre artístico, usted sabe, estoy en primer año de artes escénicas (bueno, no sabe) y quisiera saber ¿Cuál es el proceso por el que pasa para construir un personaje, para relacionarse con él?
Después de algunos años, tal vez mil, volver a The actors Studio y estar sentadita en ésa silla donde estuvo el señor De Niro, señor periquitos de los palotes, señor cómo se llame, con el que comparto escena y aveces rodamos escenas a las tres de la mañana, sí, que somos compañeros de sacrificios, ahí en esa misma silla siendo bombardeada por preguntas de estudiantes, nuevos, carne fresca.
¡Ay ésos sueños!
Después de cuatro años y muchas desilusiones, con problemas económicos, peores que los de antes, con cuatro años de más, la niña de 16 años que ha recorrido el país en parte y en otra no ha vivido nada, tiene 20, es una mujer, ya, dicen porque ni ella se lo cree y todos esos sueños pomposos, pretenciosos, carentes de dificultades, se han vuelto sólo sombras.
Ahora mi única meta es superar los exámenes de fase de esta semana, poder justificar fuera de tiempo, el porqué no viajaré este semestre a donde se supone que debería viajar, poder graduarme y colocar una agencia de viajes o un restaurant, claro, antes trabajando en algún lugar y perdiendo el miedo al mercado laboral...de repente y después de la carrera, dedicarme a estudiar literatura en la Universidad Nacional de por aquí cerquita, después de todo mi mamá cree que sirvo para escribir, que nunca debí estudiar la carrera que estudio, en la que sólo entré por hacer algo por mi vida, ya que los sueños que tenía no se cuajaban y no pensaban hacerlo...el test vocacional lo decía, ahí lo guarda de recuerdo.

Sí que pasa el tiempo, ¿no?



"Murió joven y dejó un bonito cadáver."


Orchard in Bloom with Poplars, Vincent Van Gogh, 1889

Hace frío, menos frío que días pasados, pero frío después de todo...el sonido de los cuetes a lo lejos hace de música de fondo, es el mes morado...el mes del señor de los Milagros, el mes en el que no hay nadie en el sexto piso, en el que las calles se cierran, los vendedores ambulantes andan por ahí ofreciendo; anticuchos de corazón, ponche, Diana, fresas bañadas en chocolate, manzanas acarameladas, algodón de azúcar...

Es primavera pero los dedos se me congelan como la tinta de éste lapicero que aún no entra en calor.
He tenido una cantidad de emociones y olvidos durante el transcurso del día, increíbles, tanto así que ni yo ahora que estoy en el paradero, esperando la llegada del bus, lo creo. 

Me pareció la luna pero era la luz de un faro...el cielo está despejado, sólo fijarme en ese hecho me da más frío, no hay nubes que lo abriguen ni escondites de las estrellas, limpio.

Otra avenida cerrada...para variar...el bus se desvía por alguna calle alterna, alguna de esas que se deben utilizar cuando el tráfico de ésta ciudad es un hervidero, pero nunca pasa, nunca. 

El lapicero corre mejor sobre el papel, no hace tanto frío ya, en la mitad de este tremendo bus, que hace tiempo debió estar en algún cementerio de automóviles, ni siquiera puedo decir si este es un auto o es el transporte de Pedro Picapiedra...ahora todo es micro, minimalista, práctico, rápido...
Hasta la vida para algunas personas debería entrar en ello; "Vive rápido, muere joven".
No soy la excepción, no es que nunca lo haya pensado, no es que lo haya ignorado, no hay excepción a la regla en teoría, pero en la práctica quiero que dure eternamente mientras pueda disfrutar, aquí, no más allá.
El disfrute no debería ser micro, minimalista, efímero, rápido, no, que lo entienda.

Hace unas horas, para darle tiempo en donde no existe, estuve al costado de una artista muerta, desconocida, verán que no es fácil lidiar con ello, ni con su música, ni su arte en deshuso, en el recuerdo de cuatro gatos, colgado en sus memorias, en la red, como en la que fue un cadáver.
He escuchado de ella, estuvo y está a veces en boca de personas que conozco, ahí su nombre. Ya hace tiempo voló, estalló, explotó, búsquenle el verbo si pueden. 
Mientras más sensible se es, se sabe y sabemos ocultar bien, de la gente cuadrada la fragilidad, el cristal, nosotros los sensibles, porque para los que lo ven todo blanco o negro, ahora nunca, ese cristal es cojudez.

El bus se llena, poco a poco, suben, bajan pero nadie se sienta junto a mí, todos quieren la ventana, perderse en la calle con música de fondo, propia o la de la calle, tal vez alguien de otra dimensión está sentado a mi lado, tal vez y ahí dice: asiento ocupado. 

En el mundo real la imbecilidad, la cojudez, la sensibilidad, el romanticismo se paga con sangre...hay opciones claro, como la de, "te matas o te mato"; "te cuelgas o te cuelgo"; "vuela tu cabeza o yo la vuelo"...así es como termina alguien en los aires, con el cuello en la soga, sí, falta la respiración, falta, la soga se está marcando en el cuello, los piecesitos se agitan violentamente, despidiendo a la vida, dicen adiós. 
Después de tres días alguien notará la ausencia y las ideas le llevaran la vista en dirección al techo, ahí estará el romántico, frágil cristal de monería, de ideas perdidas, de "pudo ser pero nunca fue", ahí se quedó con gesto de qué dolor y "ya bájame, ya me aburrí de columpiarme, ¿No ves mi cuello quebrado?..."

Los muertos, se llevan en algún lugar del recuerdo, de uno o varios, ocupan espacios y duelen años, en el que las personas se pierden, a veces ya ni se sabe qué se siente, los rostros borrosos hacen un saludo a la bandera a los momentos en que son invocados. 
Existe el "se nos adelantó" y en ése hay un "al carajo" en mayúsculas, pegadito, cómplice de las ideas, del sentimiento, es grande.
Pero hay algo cierto que los románticos no toman en el cuento, algo que no se percataron, ni muertos, ni vivos...nadie morirá por ti, si es por amor, si es por alguien, nadie, la vida continuará.
Si es por ti, no la soportabas, era dolorosa la querida vida cagada, todo quedará en nada, tus sueños, su arte, todo, el sueño de ser trascendente, el sueño del ser humano, truncado, adornado por palabras y dudas de "qué hubiera sido si siguiera aquí".

Aquí acaba ésto, aquí.

El bus de regreso como siempre repleto, repleto, quieren volver a sus casas las hormigas laboriosas, los que se llevan el sudor del día a la cama, los que estudian para ser mejores, los que salieron a dar una vueltita por ahí.
La luz es tenue, dibujo las letras porque las conozco tan bien como las desconozco, algunas tildes se escapan, ya vendrán más tarde, el trayecto se las lleva lejos.
Un cansancio inusitado aparece, se sienta encima de la persona que va al lado mío, es la última fila de asientos, me abraza, se quieren cerrar mis ojos y soñar, ya se irá, ya se irá...¿La causa?...
Puede que sea la noche, aunque estoy casi segura que es el peso del muerto, de la muerta, de ese pensamiento extinto en mí, latente en ella que es un recuerdo desconocido, uno que en sus labios se toma con ligereza, pero que escose en el fondo, la culpa, corazón, es ella que te visita un ratito cuando la nombras, la del costado.

En mis manos...



Still life with four sunflowers, Vincent Van Gogh, 1887

Los días pasan lentos, a veces aceleran un poco, a veces demasiado y a veces puedo jurar que no sé dónde me encuentro. Tengo los pies helados y una sonrisa calurosa dibujada en el rostro, cuando no se encuentra adentro de vez en cuando hay que buscar afuera, quiera o no, me lo proponga o no pero afuera y ahí estás tú, nuevo desconocido, que a veces eres malo y otras bueno, que tienes ojos bonitos y nariz dulzona, tú que no te enteras, yo que sí me entero.

La vida es complicada, camina y camina, yo no sé si detenerla un ratito, si tratar de adelantar las cosas, si decir lo que siento antes de que me quede con el secreto atorado bajo los párpados, si dejar que a ti se te prenda el foco, se desborden tus ánimos y digas algo, o yo tomar las riendas de mi vida, tomarlas y aventurarme a lo que salga, queriendo que sea positivo, queriéndote infinito.

Chico, tú me gustas, gran dilema.


Noon: Rest from work (after Millet), Vincent Van Gogh, 1889-1890

Esta mañana no pude, ni quise despertar…

Me levanté agripada y sí, hubiera querido que compartamos gérmenes.
Las últimas semanas se han vuelto un loquerío, sentimientos alborotados, rechazos amorosos de mi parte y el típico miedo de no escupas al cielo que te cae a la cara…
Pero no puedo con mi genio, no y tampoco puedo ser mentirosa en cuanto a mis sentimientos, lo que hace que rechace de una a quién dice quererme y quiera a quién me ilusiona a montones y quiero conocer.

De conocimiento público, o sea quienes o quién me lee (sonido de fondo de grillos), es que existe un chico al que le digo Almendrado y quien me gusta de tiempo, ya un año y algo más. El no conocerlo me hace pensar que tiene una manera de ser podrida, pues la impresión leve que me llevé de él no fue ni sé si es la adecuada, conocer el envase de la persona nunca ha querido decir conocer a alguien a fondo…por eso no me acerqué, además de que muchas personas, muchas cosas y con quién creí que tendría algo lindo “Ser querido”, le llamaré, hicieron que me fuera olvidando de este muchacho, que tenía novia y que al parecer ya no la tiene o qué sé yo.

He hablado pocas veces con él y ninguna de esas veces algo que sea diferente a la actividad fuera del estrés universitario de nuestras carreras, que desarrollamos y por la cual nos damos un tiempo libre, un respirito.

Quiero conocerlo más y quiero quitarme la espina del me gustas pero no lo sabes, de hace ya un año.

Ahí es dónde comienza la carrera loca del ¿Le digo o no le digo? ¿Lo hago o no lo hago? O SEA soy mujer.
Sí, soy mujer y estoy en todo el derecho de hacer lo que deseo, de poder expresarme, por favor, estoy en pleno siglo XX!, las mujeres nos merecemos algo más que esperar al príncipe azul o resignarnos a ser solteronas a partir de los 30 porque nadie nos para bola, bien, hasta ahí todo bien y de paso lo conozco, me entero más de quién es él, el hecho que le diga que me gusta, no quiere decir que será automáticamente mi enamorado o yo suponga que sea así, sino que tiempo al tiempo. A mí no me parece mal, aunque tenga miedo al rechazo, que probablemente sería lo peor que pueda pasar al confesar mis sentimientos pero al menos no me quedaría con la duda.

Sin embargo entra el consejo de los amigos y sí, ésta sociedad podrida y tercermundista en la que me encuentro, como dijo alguien…”Es de tan mal gusto que una mujer se declare”…o como dijo otro alguien… “A los hombres les gusta lo difícil, sólo eso tiene valor para nosotros”…

Y sí, he consultado opiniones, porque quiero saber qué, usualmente nunca he tenido la necesidad, ni el interés por decirle a alguien “me gustas” pero nunca lo he visto como un tabú, y la verdad me muero de nervios, porque nunca lo he hecho y es lógico, y porque concatenando con el pensamiento retrograda de las dos personas que me dieron su opinión y que no son de fiar porque de alguna manera les gusto y son uno de los rechazados, asexuados, amigos caracol, pero que pueden tener cierta razón…concatenando ideas, me gustaría saber cómo lo tomará Almendrado, una vez que le diga…”oye, tú me gustas, no te conozco pero me gustas y te quiero conocer”…¿Qué pasará por su mente?

Y como no sé la respuesta y estoy agripada me da cosa, me da miedo…pero es arriesgarme o vivir bajo un grupo de normas retrogradas, miedos injustificados que me pueden llevar a ningún lado y quedarme en ningún lado, al menos cagándolas se aprende, quién sabe y no las cago, quién sabe y todo sale bien, quién sabe qué.

Bogotá


Vincent van Gogh's Interior of a Restaurant in Arles Painting
Interior de un restaurante en Arles, Vincent Van Gogh, 1888

Bogotá aún me da esperanzas tristes que buscan fuerza para mantenerse en pie.
Las han rellenado de vacío y yo nunca he pisado esa ciudad, yo nunca he ido ni ella nunca a sentido mis pisadas, tal vez, mis cosquillas sobre la acera donde había la ilusión de cuatro que eran dos.
He soñado ya con dos ciudades extranjeras en las que sólo ha habido una razón de peso para mí, peso pluma para el resto, para acompañar la soledad, acompañar los sueños que aún guerrean y se mantienen vivos a la fuerza, nosotros que los asfixiamos.
Tú que le das sangre, vida.
Pero Bogotá, has sido mi ilusión, ahora último suspiro de deseo pueril, poco apoteótico, nada deleznable, lleno de pureza infantil.
Bogotá no te conozco y tal vez cuando vaya algún día la belleza que le añadí, la belleza caótica que quería compartir ya sea con otras manos y las cosquillas de otros pies.
Así es cuando la ilusión se hace añicos, supongo.

Ni la sola idea.

Vampiro, Edvard Munch, 1894

Un extraño cruza la puerta de las palabras sin saber donde dirigirlas dirigirse, nos observa de la esquina y ahí donde está otro individuo, se traslucen las pocas ideas podridas, ahí sale la desazón y mañana quién sabe será mejor mas no se desprecia la sola idea, la esperanza de que ambos puedan fusionar ideas y cuerpos para un bien común, que ni se imaginan, ni llegar, tal vez.

 
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